A tale of two realities - Cuba: While tourists lounge on white sand beaches, Cubans get by on very little -- visitors can see both worlds
Cuba is a reminder that life's simple pleasures are its most precious.
In its cities and towns, children play ball among decrepit houses. Neighbors congregate on door stoops to share gossip. Women hang laundry on improvised ropes outside windows lined with shattered glass. Car owners are seen patching up vintage Chevy and Ford jalopies from the 1950s and 1960s with self-made or Soviet-era auto parts.
The familiar signs of consumerism -- fast-food restaurants like McDonald's and billboards -- are nowhere to be seen. Violent crime is rare.
The sounds of Cuba may be the most uncomplicated of all. Thunderous Afro-Caribbean rhythms seep out of cafes, dance halls or just a simple street corner turned into an impromptu concert, instantly persuading hips to start moving to tunes born from salsa, rumba, mambo and cha-cha-cha. Frequent laughter penetrates the thick air of a humid night.
It's easy to forget when in this largest of the Caribbean countries that it's the 21st century, the digital era that has brought dizzying advances in technology, household furnishings and all things material. The complexities and amenities of modern life seem to have largely bypassed the inhabitants of the island, which is inescapably tied to its volatile political past.
That's not to say vacationers don't enjoy the benefits of modern technology. Tourism is now the country's biggest industry, and visitors to the many three-to-five-star resorts can pamper themselves not only with sun-drenched white beaches, but also with nearly all the imported advances of the 21st century. Most hotels have air conditioning and offer their own Internet cafes, although connections are of glacial speed. Satellite television beams in the latest from CNN and HBO.
Of course, under the watchful guise of Fidel Castro, Cubans aren't allowed to be "corrupted" by the values portrayed in American television, and must settle for rabbit-ear reception of state-controlled television .
Indeed, Cuba is a tale of two worlds, one artificially created to resemble a sun lover's paradise and another engineered to be a socialist's paradise but in the end came up short. It's no accident the two remain out of sync. Beach resorts in the towns of Varadero and Cayo Coco feature guarded checkpoints to ensure the worlds don't collide.
All this makes Cuba a fascinating vacation spot because both spheres can be explored. Some of the most popular packages allow vacationers to split their time 50-50 between the beautiful white beaches of Varadero, the island's largest resort district, and Havana, the political, economic and cultural centre of the country filled with stunning, if often dilapidated, colonial architecture. Even those who have booked their whole time in Varadero can plan day or one-night trips to Havana (only two to three hours away by car, bus or taxi). And for a richer taste of the real Cuba, there are numerous fine hotels in Havana catering to tourists. But you can also rent a room in one beautiful colonial styled house or an apartment with a great view to that beautiful Caribbean Sea, and share that part of a life that sometimes Cubans enjoy and we lost sometime ago. It is like to recharge batteries with humanity, happiness, romanticism and idealism.
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Cuba, dos realidades: Mientras los turistas descansan en las blancas playas, los cubanos se las arreglan con muy poco- los visitantes pueden ver ambos mundos, los turistas no.
Cuba es un recordatorio de que los placeres más sencillos de la vida son los más valiosos.En sus ciudades y pueblos los niños juegan pelota entre viejas casas. Vecinos congregados en los umbrales de las puertas compartiendo los chismes del día. Las mujeres colgando las ropas recién lavadas en improvisadas tendederas de ventana a ventana. Los dueño de autos remendando viejos Chevys y Fords de los años 50 y 60 con piezas hechas por ellos mismos o con piezas de autos rusos de la era soviética.
Los familiares símbolos del consumismo- los restaurantes de comida rápida como los McDonald’s y los grandes carteles publicitarios- no se pueden ver en ninguna parte. La criminalidad es rara.
Los sonidos de Cuba quizás sean los menos complicados de todos. Ritmos afro caribeños salen a torrente de los cafés, de los salones de baile o sencillamente de las esquinas, convirtiéndose en un concierto improvisado, persuadiendo a las caderas de comenzar a moverse bajo el efecto de la salsa, la rumba, el mambo o el cha-cha-cha. Risas constantes penetran el aire denso de las húmedas noches habaneras.
Es fácil olvidarse, cuando estamos en esta isla, la más grande del Caribe, que estamos en el siglo XXI y que la era digital ha traído adelantos de ensueño en la tecnología, en los hogares y en todo el mundo material. Las complejidades y servicios de la vida moderna parecen haber sido sorteados por los habitantes de la isla, hecho vinculado muy de cerca de su realidad política.
Esto no quiere decir que los vacacionistas no disfruten los beneficios de la tecnología. El turismo es ahora la primera industria del país y los visitantes a los muchos hoteles no solo pueden llenarse de sol en sus preciosas playas, sino también estar cerca de los adelantos del siglo XXI. Todos los hoteles tienen aire acondicionado y ofrecen sus servicios de Internet, aunque las conexiones son lentas. La televisión por cable trae lo último de CNN y HBO.
Por supuesto, bajo la mirada vigilante de Fidel Castro, a los cubanos no se les permite ser “corrompidos” por los valores retratados por la TV Americana y conformarse con la televisión controlada por el Estado.
En verdad Cuba es un cuento de dos mundos, uno artificialmente creado para dar la ilusión de un paraíso para los amantes del sol y otro creado para ser un paraíso socialista, pero al final muy cercanos.
Todo esto hace de Cuba un lugar muy interesante para vacacionar porque ambas esferas pueden ser exploradas. Algunos de los paquetes turísticos mas populares permiten a los vacacionistas dividir su tiempo mitad-mitad entre la hermosa playa de Varadero y la Habana, el centro económico, político y cultural del país, lleno de una increíble, y a menudo dilapidada arquitectura. Aun aquellos quienes han reservado todo el tiempo para Varadero pueden planificar viajes de una noche a la Habana pues son solo 2-3 horas de viaje en auto, autobús o taxi. Y para una aventura aun mas apetitosa pasar la(s) noche(s) en una casa particular, colonial o no, o un apartamento con una vista maravillosa de ese Mar Caribe que alucina, es otra gran oportunidad que ofrecen grupos de caseros.
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